Por Oscar Andrés Alzate Mejía
Docente Morfofisiología
UAM – UC
Mirando la imagen de Jesús, el de la película de Mel Gibson, pensé ¿cuáles serían las causas morfofisiológicas que llevaron a la muerte de Jesús después de todo su martirio?… Así que decidí reflexionar con este pequeño escrito que se hizo a la luz del evangelio, tomado para este artículo como un documento histórico y, de la Morfofisiología, área del conocimiento que nos interesa. Se describirán las causas y posibles diagnósticos que llevaron al terrible desenlace de la muerte de Jesucristo. Se hará una aproximación a una Autopsia de aquel que murió por amor.
Como algunos sabrán, todo este suceso inició un jueves en la noche cuando Jesús estaba cenando con sus amigos, su muerte fue al día siguiente. Lo que quiere decir que cabalmente la muerte de Jesucristo fue el resultado de un largo proceso agónico que duro unas 12 a 13 horas. Desde aproximadamente las 12 a 2 de la madrugada del jueves, hasta aproximadamente las 3 de la tarde del viernes.
Cuenta el evangelio que Jesús fue arrestado en el huerto de los Olivos y de allí conducido a casa del sumo sacerdote, después a Pilatos, a Herodes, nuevamente a Pilatos y finalmente al Calvario. Se dice que este recorrido abarcaría unos 4 kilómetros en total. Distancia que en su mayoría recorrió con dolor y un sangrado abundante.
El recorrido inicio después de la cena de aquella noche, cuando Jesús fue a orar. Narra la biblia que Jesús sudo sangre, posiblemente pudo ser un suceso conocido como hematidrosis el cual se ha descrito medicamente como un fenómeno extraño, debido probablemente a la angustia y a un enorme estrés. Tanto así, que hoy día se ha tratado con B-bloqueadores como el propanolol (medicamento para la hipertensión).
El camino de sufrimiento de este paciente prosiguió con una coronación de espinas que posiblemente no perforarían el cráneo pero si a los músculos faciales superiores, estructuras superficiales y bastante irrigadas e inervadas, lo cual conducirían a un abundante sangrado facial. Así mismo y pensando en el tamaño de las espinas, alguna de ellas pudo perforar sus ojos afectando con toda probabilidad el nervio óptico llevándolo a una disminución o pérdida de su visión.
Después de esto, fue desnudado para ser sometido a la flagelación, es decir el acto de golpear el cuerpo humano con látigos, correas o palos, preámbulo a una ejecución. Desde esto la activación de los receptores de dolor y el sangrado pudieron haber sido excesivos.
Seguido de esta golpiza fue sometido a cargar una cruz, sea el travesaño o la cruz entera, sería un peso agotador para tales circunstancias. La pérdida de visión, el dolor, el agotamiento lo llevó a varias caídas que le propiciaron escoriaciones múltiples que aumentaron con toda seguridad sus hemorragias y dolor. Se ha descrito que desde el Palacio de Pilatos al Monte Gólgota habría unos 500 metros en pendiente empinada.
Al llegar al monte de la Calavera o Gólgota (sitio de la crucifixión), le ofrecieron a Jesús una mezcla analgésica de mirra y vino, los cuales no quiso aceptar. Acto seguido lo acuestan y lo aseguran al madero con clavos rudimentarios, largas pirámides cuadrangulares de no menos de 10 centímetros y con una amplia base de retención. Los clavos eran, seguramente, guiados entre el radio y los huesos del carpo, o entre las dos filas de huesos del carpo. El clavo podía pasar perfectamente entre los elementos óseos y producir o no alguna fractura. Pero seguramente, la herida en el periostio (tejido que recubre el hueso) era extremadamente dolorosa.
Entonces es en la articulación radiocarpiana (muñeca) o intercarpiana, donde los miembros superiores se sujetaban a la cruz y no precisamente entre los huesos metacarpianos (palmas de la manos). Ya que si se hubieran clavado a las palmas, el peso del cuerpo en posición vertical las hubiera desgarrado. Para comprobar lo anterior, se ha demostrado en experimentos con cadáveres, que son los ligamentos y huesos de la articulación radiocarpiana los que pueden soportar el peso del cuerpo suspendido y no precisamente los metacarpianos.
Así que una vez en la cruz, el dolor sería espantoso. Su cuerpo estaba apoyado en unos pies y unas muñecas atravesadas por clavos. Ese mismo dolor activaría la tendencia a flexionar las rodillas. Así mismo, extenuado del cansancio, completamente anémico y con alta polidipsia (sed) abandonó el cuerpo a su propio peso el cual descendido el tórax lo que lo expandido más de lo usual y le llevo también a tener una dificultad para respirar, lo llevo a una asfixia o medicamente denominada disnea.
Finalmente, es precisamente lo anterior la posible causa de la muerte de Jesús. El Maestro murió por disnea directa (debido al compromiso de los músculos respiratorios por posición y múltiples contusiones) e indirecta, secundaria a insuficiencia cardiaca, instaurada por la hipovolemia; aquella sería a su vez la causa de edema pulmonar agudo (agua en la pleura o tejido que recubre a los pulmones). El cual podría explicar la salida de “agua” después de sangre, tras la lanzada del centurión, la que aparentemente se produjo después de la muerte y terminó por perforar uno de sus espacios intercostales derechos, atravesó probablemente el pulmón, posiblemente el pericardio y el ventrículo derecho. Es una muerte terrible que se produce en una situación de angustia y abandono en la que estuvo consciente, cabal y lúcido hasta el último milisegundo de su vida terrena.
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