LA EDUCACIÓN DE HOY URGE DE EXIGENCIA CON AMOR

Por Crsitobal Trujillo Ramírez
Rector Instituto Universitario de Caldas
Manizales (Colombia)

Jóvenes: la escuela para nosotros es un escenario de triunfos, la escuela es un laboratorio para construir el éxito. ¡Yo mismo soy un milagro de la escuela!... Es frecuente escuchar las reflexiones de personas exitosas, que se preguntan ¿qué hubiese sido de mi vida sin la educación? Si aquellos que nacieron en cunas doradas tienen en la educación la posibilidad de perpetuar sus beneficios, nosotros, los que nacimos en humildes lechos tenemos en la escuela la única posibilidad de hacer de nuestra vida un proyecto exitoso; tener educación no es condición suficiente para llegar al éxito, pero no tenerla, sí es estar demasiado lejos y hacerlo inalcanzable.


Yo invito a todos los estudiantes a declararse en contra de la mediocridad y de la permisividad; estamos ante un sistema educativo permeado por bajísimos niveles de exigencia, ante unas instituciones educativas que se la han jugado por la línea del menor esfuerzo para evitarse dificultades, ante familias que tampoco implementan la autoridad y la exigencia como fundamentos de sus relaciones; pero además, los profesores que éticamente le apuestan a la exigencia, a la disciplina, al orden y al rigor académico son señalados de crueles e inhumanos; necesitamos estudiantes que acepten la exigencia, que exijan el rigor académico,  que le apuesten al orden y a la disciplina; estudiantes convencidos de que el único camino, la única ruta hacia la excelencia es la exigencia, no hay otra vía, la contemplación, la permisividad y el menor esfuerzo son rutas de la autopista del fracaso; la exigencia entonces, debe convertirse en una condición de vida; cuando uno se vuelve exigente con uno mismo, no le incomoda la exigencia de los demás; quien me exige me ama; la exigencia debe convertirse en una manifestación de amor y de verdad, por eso les digo: exigencia con amor, con respeto a la condición humana, con total subjeción a los cánones de la dignidad humana, acariciemos sus corazones, pero comprometamos sus cerebros e inteligencias.

Tomado del Periódico La Patria.

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