Por Oscar Andrés Alzate Mejía
Docente Morfofisiología
UAM - UC
Docente Morfofisiología
UAM - UC
Invertí años como estudiante de medicina para graduarme como paciente. Soy uno con una experiencia fuerte de 13 años. Quiero escribir un sentir, no sé si podré manifestarlo, sólo intentaré escribir lo que sentí:
Durante estos días que estuve un poco enfermo, visité el servicio de urgencias de cualquier EPS de esta ciudad. Un servicio indigno donde con desespero y dolor te debes sentar en el suelo para esperar un turno en medio de una sala atiborrada de personas, infecciones, olores y sustancias de enfermedad; parecería que hubiese estado mendigando atención y, aún así, no tendría que pasar por tal experiencia.
Después de ser atendido, al pasar a la sala de observación me encontré con otro triste dolor que no era precisamente el que sentía. En aquel sitio todas las camillas estaban ocupadas, algunas personas tuvimos que sentarnos en sillas de ruedas o en algunas otras sillas incomodas, yo me sentía bien comparado con pacientes que si necesitaban reposar. Algunos lloraban de dolor, no se les podía aplicar medicamentos porque posiblemente enmascaraba su dolor y su diagnostico, pero acaso les explicaban ésto. En medio de todo escuché varias quejas que decían: "no hay compasión", "tenemos que estar muriendo para que nos atiendan" y, la que me hizo pensar más "falta profesionalización de la medicina"
Entonces empece a reflexionar en medio de mi convalecencia, creo que no falta profesionalización, a los profesionales de la salud nos formaron fuertemente durante varios años y nos seguimos formando. No es profesionalización es falta de humanización de la medicina. Por favor, futuros profesionales de la salud, les exhorto a que sean ante todo humanos. Es tan simple saludar, explicar a los pacientes en términos sencillos, ser amables, tener empatía (ponerse en el lugar del otro). Se que los culpables serán el cansancio, la rutina, el sistema, el paciente, pero es que ellos son personas, son como ustedes y necesitarán atención.
No todo es malo, por fortuna encontré buenos amigos y compañeros médicos que me atendieron muy bien, enfermeras maravillosas que conocían mis diagnosticos y me acompañaron con gusto. Pero... ¿y si no hubiera encontrado a mis amigos?
Viviendo este panorama da terror enfermarse, no solo se debe batallar contra la enfermedad sino con un sistema de salud patológico. Por fortuna aquí estoy, me recupero satisfactoriamente y agradezco que no corrí la suerte de aquella pequeña que hace unos días falleció en la capital esperando una atención, esperando un servicio.
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