ANATOMÍA DE LA FELICIDAD

Por Felipe Alberto López Sánchez
Maestría en biología humana
Universidad Autónoma de Manizales

La felicidad se ha convertido en un foco de investigación para los científicos de áreas como la cognición, la biología, la neurociencia o incluso la sociología, debido a que podría ser un nuevo camino para encontrar soluciones de manera preventiva a muchas patologías que cada vez se presentan con mayor porcentaje en la población, como la depresión, la ansiedad, la falta de sentido de vida, la baja productividad, el estrés crónico, entre otros.

En la actualidad se han realizado diversos estudios buscando validar y relacionar las teorías mas consistentes que se han postulado sobre la felicidad. Primero se encuentra el enfoque de felicidad hedonista, que basa su postulado en que las personas incrementen su satisfacción personal incrementando los momentos placenteros en su vida. Segundo esta postura de la felicidad eudaimónica inicialmente construida por Aristóteles, la cual define la felicidad desde el desarrollo de las virtudes del individuo y su desarrollo personal. Por último, la postura más contemporánea es la felicidad floreciente de Martin Seligman que busca articular el hedonismo y la eudaimonía, además de que incorpora el compromiso como pilar de su enfoque, buscando en las personas más que ser felices, su florecimiento como seres humanos. Estos tres enfoques comienzan a ser estudiados y validados desde la biología humana, con una concentración desde los estudios de neurociencia, buscando si existen relaciones o diferencias entre ellos a nivel estructural o funcional.

Quizás podría suponerse que los modelos de felicidad, están soportados sobre diferentes estructuras cerebrales o en ellos intervienen diferentes circuitos funcionales; no es igual hablar de la felicidad del placer, que el compromiso o el sentido de vida. Seguramente por aquí ya se debería encontrar diferencias funcionales. La postura hedonista quizás, es la que más se ha estudiado, en cuanto a felicidad se refiere a nivel biológico. Los circuitos asociados a la recompensa y al placer, han sido descritos con amplitud en las investigaciones científicas contemporáneas.

Figura 1. Circuitos neuronales hedónicos. Tomado de: Kringelbach & Berridge (2010).

De ellos, se puede concluir que cuando se habla de incentivar las zonas de placer del cerebro el centro son las proyecciones de la vía dopaminérgica desde el área tegmental ventral hasta el núcleo accumbens, lo cual conforma una red de recompensa en el cerebro que se activa cuando se logra un momento de placer o un reconocimiento por un logro obtenido. Aunque estudios recientes mencionan que la dopamina no es de hecho, quien produce placer, si seria ella quien facilita el proceso de validación para generar momentos de gusto y el aprendizaje para querer volver a repetir el mismo posteriormente. Sin embargo, aquí se centra el amplio debate con otros enfoques los cuales refutan que la felicidad pueda sostenerse tan solo con momentos efímeros de recompensa. Quizás muchas personas han sentido que, a pesar de haber alcanzado logros o metas proyectadas, aún no sienten que sus vidas tengan un profundo sentido o se sienten poco involucradas con su vida, y al final, eso no les permite decir que realmente viven una vida feliz.

Por esto, otros estudios han buscado relacionar nuevas zonas y estructuras en las cuales se cimientan los otros enfoques de la felicidad diferentes al hedonismo, como la eudaimonía que se centra en el desarrollo de las virtudes, o el modelo florecer que da peso a las relaciones positivas, el sentido de vida y el compromiso, como parte del constructo de bienestar en el individuo. Por ende, en el constructo de la felicidad, también se han estudiado no solo estructuras a nivel cerebral, sino también los neurotrasmisores que como la dopamina, permitirían al individuo encontrar mayor compromiso, sentido y al final, bienestar. Quizás la dopamina se encuentre asociada a procesos de felicidad hedonista, sin embargo otros neurotransmisores como las endorfinas, la serotonina, u hormonas como la oxitocina, hacen un coctel que podría explicar el sentido o el compromiso con la vida.

Ahora, cuando hablamos de la felicidad eudaimónica, debemos remitirnos a la llamada “red predeterminada del cerebro”, el cual se describe como un circuito de estado estable en el cerebro el cuál se altera cuando se activan las funciones cognitivas. Esta red se asocia con la posibilidad de tener representaciones de uno mismo, conciencia interoceptiva o interna y estados de consciencia. Estos aspectos se relacionan a la felicidad superior o la construcción de bienestar, fuera del circuito de placer, base del hedonismo. Debemos comprender que las redes cerebrales del hedonismo o la eudaimonía, no necesariamente son del todo opuestas o diferentes. También se han encontrado estructuras que se asocian a ambas como cortezas cingulada anterior y orbitofrontal, las cuales cuentan con una alta densidad de receptores opiáceos. Por ejemplo, afectaciones en estas áreas han evidenciado perdida de satisfacción con la vida o incluso desarrollo de depresión. Sin embargo, el desafío de las neurociencias es continuar encontrando las correlaciones que puede haber entre los circuitos hedónicos y los que nos permiten tener significado, o sea, eudaimónicos, además que comenzar a involucrar aquellos que activan el compromiso a través del desarrollo de talentos, así como la interacción que tenemos con los demás a través de nuestro sistema de empatía y compasión.

Finalmente, otra de las áreas que más avanza en la búsqueda de relaciones entre nuestra morfología y los estados de ánimo, es el llamado, segundo cerebro o intestino. No solo podemos centrarnos en nuestro sistema nervioso central, para acercarnos hacia la anatomía de la felicidad. Los estudios más recientes sobre los estados de ánimo y el bienestar, se han centrado en la composición de nuestro microbiota intestinal, porque se han encontrado correlación de su composición con la depresión y el bienestar. Por ejemplo, se han hablado de los estudios de los psicobióticos, los cuales han encontrado relaciones entre microbios intestinales y el bienestar mental. Se han encontrado relaciones entre el microbiota intestinal y su modificación, con cambios en la gestión emocional y el bienestar de las personas. Desde esta perspectiva, la felicidad no solo puede ser analizada desde estructuras encefálicas, sino también desde los cambios en la composición de nuestra microbiota, que efectivamente está relacionada con nuestra alimentación.

REFERENCIAS
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  • Kringelbach, M. L., & Berridge, K. C. (2010). The Neuroscience of Happiness and Pleasure. Social Research, 77(2), 659. /pmc/articles/PMC3008658/
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