ESTRÉS HOSPITALARIO, UN JUEGO CONTRA LOS NIÑOS

Por Luisa Mariana Ramírez Cardona
  Especialización en Fisioterapia en Cuidado Crítico  
Universidad Autónoma de Manizales

Para el niño, la hospitalización implica un sin número de factores estresantes que afectan directamente su proceso de recuperación y que en muchos casos se convierte en agravante de su condición de salud inicial. Por eso este artículo se ocupa de presentar en primera instancia la fisiología del estrés y posteriormente como influye éste en la recuperación de los infantes.

Tomado de: http://www.deguate.com

"FISIOLOFANDO" SOBRE EL ESTRÉS:

El cuerpo está diseñado para que al percibir una amenaza, se prepare para dar la pelea y alejarse del peligro. “Luchar o huir”, es la reacción más común del cuerpo ante dicha situación, esta se logra por la activación del eje hipofisosuprarrenal (HSP) compuesto por el hipotálamo, estructura que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el nervioso; la hipófisis, glándula situada en la base del cerebro; las glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre el polo superior de cada riñón y por la activación del sistema nervioso vegetativo (SNV).

Este eje se activa tanto con agresiones físicas como psíquicas, el hipotálamo segrega la hormona CRF (factor liberador de corticotropina), que actúa sobre la hipófisis y provoca la secreción de la hormona adenocorticotropa (ACTH). Esta secreción incide sobre la corteza de las glándulas suprarrenales, dando lugar a la producción de cortisol que facilita la excreción de agua, el mantenimiento de la presión arterial y afecta a los procesos infecciosos.

El SNV, mantiene la homeostasis del organismo, su activación supone la secreción de catecolaminas como la adrenalina segregada por parte de la médula en casos de estrés psíquico y de ansiedad y la noradrenalina segregada por las terminaciones nerviosas simpáticas, aumentando su concentración en el estrés de tipo físico, en situaciones de alto riesgo o de agresividad. 

Todo lo anterior permite enlazar el fenómeno del estrés con los fenómenos psicofisiológicos de la emoción, permitiendo el acto de “luchar o huir", así: aumenta la fuerza física, se secreta adrenalina y cortisol a la sangre para agudizar el sistema inmunológico; la actividad del sistema simpático aumenta liberando energía en los músculos y el cerebro; hay una movilización fulminante de todas las reservas corporales; la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea, la frecuencia respiratoria y el factor de coagulación aumentan y los glóbulos rojos se diseminan para facilitar la recepción de oxígeno y la entrega de dióxido de carbono.

La aparición de esta sintomatología se conoce como fase de alarma del estrés. Generalmente, esta reacción se regula automáticamente, cuando el cuerpo deja de percibir una amenaza, la alarma se desactiva, el cuerpo se relaja, deja de generar hormonas y el corazón vuelve a latir normalmente, esto se conoce como fase de adaptación o resistencia. Sin embargo, existen casos en los cuales esta fase no se logra y el organismo permanece en alerta, de forma constante y prolongada, ocasionando una fase de agotamiento que genera la continuidad de la sintomatología de alarma.

EFECTOS FISIOLÓGICOS DEL ESTRÉS EN LOS NIÑOS:

Los niños con estrés hospitalario se cansan de sentirse todo el tiempo en actitud de batalla, la alarma permanece activa y el cuerpo funciona todo el tiempo en estado de alerta, es como si se prepararan para una pelea que nunca sucede. Finalmente su cuerpo termina acumulando energía y trabajando innecesariamente, haciéndolos tensos, ansiosos o preocupados; el sistema inmune se deteriora aumentando su vulnerabilidad a infecciones, se observan problemas de conducta, alteraciones emocionales, dificultades de aprendizaje, incluso pérdida de conductas motoras previamente adquiridas, trastornos del sueño, pérdida de la memoria, cefalea, astenia, ansiedad, depresión, colon irritable, alteraciones en la apariencia física y en la conciencia de la imagen corporal, alteraciones emocionales o alteraciones de la personalidad, alteraciones en las relaciones e interacciones sociales tanto con compañeros de colegio, como con amigos y familiares. El niño puede verse obligado a dejar de realizar las actividades que le son propias como acudir al colegio, participar en actividades extraescolares, deporte y tiempo libre, aumentando ASÍ el cuadro original de estrés.

Algunas de las anteriores reacciones podrían deberse al miedo por sufrir daños físicos y corporales, a los lugares cerrados, al peligro, la muerte y lo relacionado con la enfermedad en sí misma, así que el comportamiento del niño gira alredor de la negativa al tratamiento, el temor por los procedimientos y el rechazo al equipo médico, sumado a la apatía frente a sus cuidadores inmediatos y su círculo social cercano, causando un mayor compromiso e inestabilidad de su cuadro inicial.

Las consecuencias del estrés por ende, generan en los niños alteraciones fisiológicas, psicológicas y conductuales, afectando su calidad de vida; por lo tanto, se deben tener en cuenta estos factores, de tal manera que se propicie su adaptación y adherencia al tratamiento, asegurándoles una rápida y adecuada recuperación, involucrando todas las esferas de su vida y logrando un menor impacto a largo plazo.

REFERENCIAS: 
  • Antonio Fernandez Castillo, I. L. (2006). Transmisión de emociones, miedos y estrés infantil por hospitalización. International Journal of Clinical and Health Psychology. 
  • Michaela Dušková, L. S. (2015). Changes in the Concentrations of Corticoid Metabolites – The Effect of Stress, Diet and Analytical Method. Prague Medical Report, 268. 
  • PhillipW. Gold, R. M.-V. (2015). Clinical and Biochemical Manifestations of Depression: Relation to the Neurobiology of Stress. Hindawi Publishing Corporation. Neural Plasticity.

1 comentario:

Juan Camilo dijo...

Se ha observado que los pacientes hospitalizados por primera vez podrían presentar mayores niveles de estrés e incluso mayores alteraciones emocionales, en general, que aquellos hospitalizados previamente con cierta frecuencia, ademas, toman gran importancia los aspectos cualitativos de la experiencia previa a la hospitalizaciòn, en donde, si estos han sido negativos, ayudan a aumentar de gran manera el estrés. Por lo general, los pacientes internados presentan alteraciones en el ciclo del sueño, el cual sumado a la falta de luz e incluso de estar encerrado en un cuarto puede ayudar a que el paciente presente ansiedad, inseguridad y pánico, convirtiéndose así en trastornos emocionales.